Haz el amor a tu mujer según bestseller de hace 3000 años


Hay un poema erótico oriental escrito hace unos 3000 años, el Cantar de los Cantares, campestre, incluido en los escritos de la Biblia. Ahí va una muestra del capítulo 7:

Cantares 7 Nueva Versión Internacional (NVI)
 1 ¡Ah, princesa mía,
    cuán bellos son tus pies en las sandalias!
Las curvas de tus caderas son como alhajas

    labradas por hábil artesano.
Tu ombligo es una copa redonda,
    rebosante de buen vino.
Tu vientre es un monte de trigo
    rodeado de azucenas.
Tus pechos parecen dos cervatillos,
    dos crías mellizas de gacela.
Tu cuello parece torre de marfil.
Tus ojos son los manantiales de Hesbón,
    junto a la entrada de Bat Rabín.
Tu nariz se asemeja a la torre del Líbano,
    que mira hacia Damasco.
Tu cabeza se yergue como la cumbre del Carmelo.
    Hilos de púrpura son tus cabellos;
    ¡con tus rizos has cautivado al rey!
Cuán bella eres, amor mío,
    ¡cuán encantadora en tus delicias!
Tu talle se asemeja al talle de la palmera,
    y tus pechos a sus racimos.
Me dije: «Me treparé a la palmera;
    de sus racimos me adueñaré.»
¡Sean tus pechos como racimos de uvas,
    tu aliento cual fragancia de manzanas,
    y como el buen vino tu boca!

La amada

¡Corra el vino hacia mi amado,
    y le resbale por labios y dientes!
10 Yo soy de mi amado,
    y él me busca con pasión.
11 Ven, amado mío;
    vayamos a los campos,
    pasemos la noche entre los azahares.
12 Vayamos temprano a los viñedos,
    para ver si han retoñado las vides,
si sus pimpollos se han abierto,
    y si ya florecen los granados.
    ¡Allí te brindaré mis caricias!
13 Las mandrágoras esparcen su fragancia,
    y hay a nuestras puertas
    toda clase de exquisitos frutos,
lo mismo nuevos que añejos,
    que he guardado para ti, amor mío.


Esta porción es tan solo una muestra del texto, que me evoca un bodegón de frutas, placeres, naturaleza, un canto delicioso al amor, delicioso pues los amantes entremezclan objetos de la naturaleza con la descripción delicada de sus cuerpos. Es un erotismo bello, natural, campestre, situado en el polo opuesto del erotismo contemporáneo.

El texto en sí es un poema recitado, susurrado entre amantes, muestra el erotismo de las palabras:
¡Ah, princesa mía! Comienza conquistando, halagando al otro.
No se centra en lo genital. Va de los pies a la cabeza, pasando por caderas, ombligo, pechos, vientre, cabeza, cabellos, ojos, nariz, boca, aliento, caricias… ella es atractiva, sexy y elegante, es su amada, nada que ver con un objeto sexual.

El texto rebosa fragancias, aromas, es un canto a la naturaleza donde los amantes son parte del bodegón y los frutos son cada parte de sus cuerpos. “Tu ombligo es una copa redonda, rebosante de buen vino”, algunos traducen vulva el lugar de ombligo, pero creo que es secundario pues el amante recorre todo el cuerpo de su amada con sus ojos, sus labios, su olfato, su lengua, sus caricias, pero no se centra en lo genital, el centro es toda su amada, toda ella a la que llama Princesa, y ella, como no, se rinde a su amado, le ofrece todos sus dulces frutos con entregada pasión.

En nuestros días hemos disociado el sexo del amor. En la relación de pareja, deleitarse, gozar con tu amada, es gozar a la vez que ella goza, de forma conjunta, no cabe la utilización del otro como un objeto. Gozar con la mujer amada se encuentra en el polo opuesto de la pornografía, o de las propuestas de muchas webs que ofrecen sexo sin intimidad ni compromiso, centrado en lo genital, orgasmos virtuales sin caricias ni amor, aventuras para conseguir excitación a cambio de traicionar a la persona a la que prometiste amor y fidelidad. Nuestro erotismo pornográfico está muy lejos del erotismo íntimo y auténtico de este texto milenario ¿Qué nos ha pasado?  ¿Hemos evolucionado?
Yo propongo retomar la enseñanza sencilla de ese poema oriental parte incluido en la Biblia, buscar hacer el amor a la persona que amas, en mi caso a mi mujer, mi amada, deleitarme en sus caricias, su fragancia, sus cabellos, su “ombligo”, sus pechos, sus labios, sus abrazos, su inteligencia, su espontaneidad, su mirada, su persona.
Aprendamos de nuevo a hacer el amor, aprendamos a amar.

Jonatan Serrano
Psicólogo col.20279
psiconexe@gmail.com

Comentarios