La Violencia Filio-parental (VFP) es un acto de abuso hacia los padres, bien sea físico,
psicológico o de perjuicio económico para ganar poder y control sobre los
padres. Se diferencian tres subtipos en cuanto al comportamiento violento:
físico, psicológico y financiero. Este es
un problema cada vez más evidente en los sistemas de protección social,
sanitario y judicial, y me atrevo a
decir que es un problema que habla mucho de la sociedad actual, de las
relaciones entre padres e hijos, de los límites impuestos a niños y
adolescentes, de la educación y en definitiva de los valores de nuestra
sociedad. En estos tiempos de mayor educación que en cualquier otra época
aparece paradójicamente un fenómeno de violencia, una rebeldía, o rebelión
contra natura, ¡la tiranía de unos mocosos hacia sus progenitores!, aquellos que
los trajeron al mundo y los cuidan. En fin, un problema difícil de imaginar
hace unos pocos años, donde el respeto a los mayores era un hecho
incuestionable, donde los hijos eran personas en formación, en proceso educativo,
creciendo y que miraban a sus padres y mayores desde abajo, desde su posición
de madurez tanto en la vida como en estatura. Hoy las cosas han cambiado,
muchos de nuestros hijos han tomado las riendas en sus familias, muchos han
pasado a ser el centro del hogar, unas “ricuras” peligrosas, víctimas y
verdugos de sí mismos.
Veamos un resumen de las
conclusiones del trabajo de investigación “Violencia Filio-Parental:
Principales características, factores de riesgo y claves para la intervención”,
de M. Luisa Martínez, Estefanía Estévez, Teresa I. Jiménez y Coral Velilla (Papeles
del Psicólogo, 2015. Vol. 36(3), pp. 216-223) http://www.papelesdelpsicologo.es/pdf/2615.pdf
Este es un trabajo de revisión bibliográfica
sobre la Violencia Filio-Parental (VFP) donde se destacan sus principales
particularidades, prevalencia y características definitorias, algunos factores
de riesgo, así como aspectos relevantes para la intervención. La prevalencia internacional
de la VFP se estima en torno al 10% y el 18% y mayoritariamente los
maltratadores son adolescentes varones que ejercen la violencia hacia sus madres o
cuidadoras. En España los chicos ejercen más violencia física y las chicas cometen
más violencia psicológica y las víctimas son en su mayoría las figuras
femeninas de la familia, madres y otras cuidadoras como las abuelas. Entre los
principales factores individuales de riesgo investigados hasta la fecha cabría
destacar la baja empatía, la elevada impulsividad, irritabilidad, ira, modo de
actuar egoísta y la escasa tolerancia a la frustración de los adolescentes, a
los que se suma su baja autoestima, baja satisfacción con la vida, el malestar
psicológico y la dificultad para expresar emociones o interactuar
emocionalmente. El consumo de sustancias en adolescentes es un disparador de la
violencia. Entre las variables familiares de riesgo, el estilo educativo es un
elemento fundamental, en el sentido de que el estilo de socialización
democrático parece constituir claramente un factor familiar protector frente a
las agresiones, mientras que los estilos autoritario, negligente y
principalmente permisivo, se han destacado en diversos estudios como estilos
potenciales de suscitar comportamientos violentos hacia los progenitores. En los
hogares con ausencia de normas o donde no se han establecido límites claros no
sea que “se frustre el niño”, los padres no son percibidos como figuras de
autoridad, provocando en ocasiones un comportamiento tiránico. Finalmente
destacar que la VFP no sólo concierne al ámbito familiar sino que también atañe
a los ámbitos escolar y comunitario, ya que las dificultades de adaptación
escolar y la pertenencia a grupos de iguales de riesgo, son variables
relacionadas con esta problemática; además el contexto socioeconómico, la
cultura y los valores son factores que influyen en el origen de la VFP y de una
sociedad más violenta en general. Las intervenciones terapéuticas con mayor
éxito son la Terapia Familiar Funcional y la Terapia Familiar Sistémica, que
basan su filosofía en la conducta del adolescente en su contexto,
principalmente la familia, y sus objetivos son cambiar el patrón de interacción
familiar.
Según las conclusiones del
trabajo analizado, la intervención en VFP debe incluir la elaboración de programas
de tratamiento donde se favorezca el trabajo en red, se consideren todas las
áreas de intervención (individual, familiar, escolar-grupo de iguales y
comunitario), se establezca un buen nivel de protocolización, y se impulse la
evaluación continua de los cambios y resultados por parte de profesionales de
alta cualificación; por otro lado, se valora la puesta en marcha campañas de
sensibilización y prevención temprana. Por todo ello es necesario no sólo
seguir ampliando el conocimiento sobre el tema en todas sus vertientes, sino
además otorgar a la VFP la importancia que requiere, dado que las consecuencias
tanto para los jóvenes como para sus familias conllevan elevados niveles de
sufrimiento y un importante coste vital, algo que los profesionales venimos
observando diariamente tanto a nivel judicial, como sanitario, social y
comunitario.
En mi entorno y experiencia
quiero destacar dos modelos familiares donde se favorece la aparición de la
Violencia Filio-Parental. El primer modelo son aquellas familias donde la
violencia es habitual, donde los hijos crecen entre gritos y amenazas, donde la
violencia en los hijos se forja de manera natural, por imitación, supervivencia
o adaptación al medio.
El segundo modelo es el más habitual en mi entorno y práctica clínica, se trata de las familias donde el niño es el centro, donde la disciplina es inexistente o ineficaz, familias de nuestro tiempo, donde en número de hijos está entre uno y dos, por tanto cada hijo recibe una atención privilegiada por parte de los padres, atención tal vez excesiva, familias en las que el niño y sus exigencias casi siempre se acaban imponiendo, donde los padres, que parecían personas con criterio y carácter antes de ser padres, se convierten en marionetas enredados en los hilos emocionales y chantaje de sus hijos. En muchas familias se cumple la sentencia de Oscar Wilde: “Con las mejores intenciones se obtienen, la mayoría de las veces, los peores efectos”. Las intervenciones más eficaces para abordar el problema de VFP, son según mi experiencia las que le dan la vuelta al anterior aforismo, aquellas que utilizan la estratagema para revertir las situaciones, por tanto, si las mejores intenciones provocan los peores efectos, es cuestión de dejar de lado las peligrosas “mejores intenciones”, descolocar al niño o adolescente con acciones extrañas, impropias, incluso negligentes, en apariencia, para revertir la pervertida situación. Estas estratagemas, son propias de la Terapia Breve Estratégica, corriente con raíces en la Terapia Familiar Sistémica, que como su nombre indica, utiliza la estrategia y consigue cambios y resultados en un tiempo breve, impensable para muchos que arrastran problemas durante años. Padres que hacen todo lo mejor por sus hijos e hijos que les pagan con violencia y rebeldía ¿hay solución? Por supuesto. Familiar, estratégica, y breve.
El segundo modelo es el más habitual en mi entorno y práctica clínica, se trata de las familias donde el niño es el centro, donde la disciplina es inexistente o ineficaz, familias de nuestro tiempo, donde en número de hijos está entre uno y dos, por tanto cada hijo recibe una atención privilegiada por parte de los padres, atención tal vez excesiva, familias en las que el niño y sus exigencias casi siempre se acaban imponiendo, donde los padres, que parecían personas con criterio y carácter antes de ser padres, se convierten en marionetas enredados en los hilos emocionales y chantaje de sus hijos. En muchas familias se cumple la sentencia de Oscar Wilde: “Con las mejores intenciones se obtienen, la mayoría de las veces, los peores efectos”. Las intervenciones más eficaces para abordar el problema de VFP, son según mi experiencia las que le dan la vuelta al anterior aforismo, aquellas que utilizan la estratagema para revertir las situaciones, por tanto, si las mejores intenciones provocan los peores efectos, es cuestión de dejar de lado las peligrosas “mejores intenciones”, descolocar al niño o adolescente con acciones extrañas, impropias, incluso negligentes, en apariencia, para revertir la pervertida situación. Estas estratagemas, son propias de la Terapia Breve Estratégica, corriente con raíces en la Terapia Familiar Sistémica, que como su nombre indica, utiliza la estrategia y consigue cambios y resultados en un tiempo breve, impensable para muchos que arrastran problemas durante años. Padres que hacen todo lo mejor por sus hijos e hijos que les pagan con violencia y rebeldía ¿hay solución? Por supuesto. Familiar, estratégica, y breve.
Jonatan Serrano
www.psiconexe.com
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