El frágil amor dependiente




Hay un tipo de amor que se expresa con palabras como: No puedo vivir sin; mi vida eres tú; eres todo para mí, sin ti no soy nada; soy todo/a tuyo/a, etc. Son incontables las expresiones de este tipo que oímos en canciones, películas o literatura románticas. Cuando definimos nuestro amor de pareja de esta forma, un amor que completa nuestra vida y que suele estar planteado en términos desproporcionados de necesidad, de posesión, del hallazgo de un ser perfecto y único candidato para nuestra vida, estamos declarando algo que es falso, y que seguro acabará mal. Falso porque no hay nadie tan perfecto que pueda completar aquello que nos falta, precisamente porque lo que nos falta, nuestras carencias y necesidades no deben ser las impulsoras a la hora de buscar pareja. La pareja sana se forma desde la libertad de elección y la no-necesidad afectiva, en el sentido de aquella necesidad que parece únicamente suplir otra persona. Esta  necesidad afectiva sin la cual parece imposible vivir, es una responsabilidad demasiado grande para que la cumpla otra persona, es una necesidad que debemos comprender, elaborar y solucionar por nosotros mismos, para precisamente estar en condiciones de buscar, o no, una pareja desde la seguridad y madurez emocional. Las personas mejor preparadas para formar pareja son las que saben estar solas, las que no necesitan de otro para ser felices. Si la felicidad nos la da otra persona, estamos vendidos, además nuestra capacidad de seducción se verá muy afectada y esta misma necesidad es fácil que se deforme con celos, llegando a atosigar y asfixiar al otro hasta crearse una relación asimétrica dependiente y fácilmente deteriorable. Un ejemplo de este tipo de relaciones son aquellas personas, generalmente adolescentes con situaciones familiares complicadas, que forman pareja normalmente con un alguien algunos años mayor y huyen de casa con su “salvador” para obtener lo que les faltaba, ya sea libertad, afecto, reconocimiento, o salir de una familia violenta o con problemas como el alcohol. Su pareja les proporcionará en un principio aquello que ellas no tenían, pero no han formado pareja desde la libertad, la igualdad, la simetría, la elección recíproca desde la madurez, la tranquilidad necesaria para tomar decisiones tan importantes como la de con quien compartir la vida y construir un futuro.

Las personas dependientes de amor, son personas con carencias emocionales, suelen presentar baja autoestima muy probablemente falta de amor o cuidado, casi siempre de la infancia, esta baja autoestima también suele producir inseguridad y crear una dinámica de relaciones de pareja y rupturas sucesivas pues se inician relaciones buscando un salvador que al final acaba no siéndolo, de forma que con el tiempo se encadenan fracasos sentimentales que llevan al dependiente emocional a una mayor fragilidad, desconfianza y pesimismo en las relaciones.
¿Cómo superarlo? El amor de pareja no debe formarse desde la necesidad y la dependencia, si existen heridas o carencias emocionales en nuestra vida, no busquemos la solución en una pareja. Lo primero que hay que hacer es reconocer nuestras carencias, reconocer nuestras dificultades para vivir solos, para poder sanar esas heridas a través de un proceso de madurez y superación personal. Las relaciones de pareja no están para suplir nuestras carencias. La persona dependiente emocionalmente, repetirá el patrón, volverá a elegir mal, hasta que no acabe con su dependencia y pueda formar pareja desde la libertad y no desde la necesidad.

Jonatan Serrano
Psicólogo col. 20.279
psiconexe@gmail.com



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